Existe tal cosa como el estrés saludable. De hecho, nuestros cuerpos necesitan un cierto nivel de estrés para funcionar de manera óptima. ¡Nuestros cuerpos y cerebros necesitan asegurarse de que siempre estemos preparados para la posibilidad de situaciones verdaderamente estresantes! La presencia de estrés y ansiedad, incluso cuando se trata de cosas que podemos considerar irracionales, ayuda a que nuestro cerebro y nuestro cuerpo se mantengan preparados. Entonces, ¿cuánto estrés es demasiado? Estas son algunas de las señales de advertencia de que su hijo ansioso podría necesitar que usted (o un médico) intervenga.
“Enfermedad” frecuente
Cuando los niños ansiosos dicen que no se sienten bien, no se lo están inventando. La ansiedad puede manifestarse de diversas formas físicas, como dolor de estómago, dolor de cabeza y otros síntomas desagradables, que van de leves a graves. Si su hijo pide quedarse en casa y no ir a la escuela y usted sospecha que la enfermedad es causada por la ansiedad, en lugar de lanzar acusaciones, vea si puede llegar a la raíz de su ansiedad hablando con él. Valide cómo se sienten a través de la empatía y la compasión. Si sus quejas se vuelven habituales, es una señal de que hay algunas causas subyacentes más profundas de la ansiedad de su hijo.
Problemas para dormir
Si la hora de acostarse de su hijo es razonable y tiene problemas para conciliar el sueño o se despierta con frecuencia durante la noche, pruebe primero algunas de las estrategias más genéricas para mejorar el sueño. Limite o elimine el tiempo de pantalla en la hora previa a la cama. Pruebe algunas técnicas de respiración profunda y/o visualización justo antes de acostarse, o intente escribir un diario para que saque lo que tenga en mente. Si estas estrategias no funcionan, el té de manzanilla es un gran suplemento totalmente natural que puede mejorar el sueño. Cuando todo lo demás falle, hable con el médico de su hijo para abordar su problema de sueño. El sueño es crucial, especialmente para el crecimiento de cerebros y cuerpos.
Los malos hábitos alimenticios
La ansiedad afecta con frecuencia hábitos alimenticios. Si su hijo de repente come mucho más o mucho menos, y ha descartado cualquier enfermedad física relacionada, esto es una señal de que está teniendo problemas. A menudo, los cambios en los hábitos como este son en realidad gritos subconscientes de ayuda cuando los niños no saben cómo pedir ayuda.
Rápida escalada emocional
La ansiedad intensa también puede causar arrebatos repentinos e inexplicables. Estos suelen ser una sorpresa para los que están cerca, incluso para familiares y amigos cercanos. La mejor manera de reaccionar ante estas situaciones es a través de la validación con calma. Si está hablando o actuando de manera irracional, entonces con amor bríndale a tu hijo el tiempo y el espacio que necesita para calmarse. Si tiene ganas de hablar contigo en su estado emocional elevado, asegúrate de poder mantener la calma. En el caso de que su comportamiento se vuelva agresivo, absolutamente puedes decirle que estás feliz de hablar cuando pueda estar seguro, pero que por ahora, sugieres que se tome un tiempo para calmarse.
Preocupación desproporcionada/pensamientos negativos
Si su hijo le expresa una preocupación extrema o frecuente/constante, especialmente en situaciones hipotéticas, es muy probable que sea un signo de un trastorno de ansiedad. Muchos padres sienten que necesitan responder a estas preocupaciones con la seguridad de que no pasará nada. Si bien tiene buenas intenciones, esta estrategia no siempre ayuda a librar a los niños de sus preocupaciones. En su lugar, expresa que entiendes de dónde vienen y menciona todas las razones por las que están a salvo (ya sea que la seguridad sea física, emocional o ambas).
Tenso o inquieto
Muchos niños se inquietan naturalmente. Especialmente para aquellos que tienen TDAH, el movimiento constante no es solo un signo de ansiedad. Sin embargo, si el comportamiento es nuevo y se combina con cualquiera de estos otros signos, vale la pena investigar más a fondo.
Llanto inexplicable
Finalmente, algunos niños especialmente ansiosos expresan sus sentimientos a través de episodios repentinos de llanto. Cuando estos episodios ocurren sin circunstancias presentes que puedan explicar el comportamiento, y el niño es incapaz de articular la causa, es probable que se deba a una ansiedad que, de otro modo, no sabe cómo afrontar.
La línea de fondo
Cuando aparece alguno de estos síntomas, lo primero que hay que hacer siempre es validar. Lo mejor para un niño ansioso es que le digan que lo que siente y lo que está experimentando está bien. Pero ese es solo el primer paso. Ninguno de estos síntomas por sí solo necesariamente indica un problema significativo con la ansiedad. Sin embargo, cuando se presentan juntos, podría ser una señal de que su hijo necesita ayuda.